jueves, 10 de abril de 2014

De arreglar iPhones con 21 años a vender su empresa a Facebook por 1.450 millones

De arreglar iPhones con 21 años a vender su empresa a Facebook por 1.450 millones

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Mark Zuckerberg, consejero delegado de Facebook, recibe a diario miles de cartas sobre propuestas de negocios. Directivos de todo el mundo, con licenciaturas de Harvard y Stanford y másteres de Columbia o Yale bajo el brazo, se dirigen a la red social para vender sus ideas y tratar de hacerse millonarios.





Pero Zuckerberg no se ha fijado en ninguno de ellos para la que, tras WhatsApp, se ha convertido en la segunda mayor compra de la historia de Facebook: Oculus, firma líder en realidad virtual, que acaba de adquirir por 2.000 millones de dólares (1.450 millones de euros).

Detrás de esta empresa hay un joven cerebro que dejó el colegio para hacerse emprendedor. Se llama Palmer Luckey, tiene sólo 21 años, y se define como «un ingeniero autodidacta, un pirata, un fabricante y un entusiasta de la electrónica».

Nacido en Long Beach (California), no fue al colegio. Fue educado en su hogar por sus padres, un vendedor de coches y una ama de casa. Allí leía sus libros mientras pasaba las tardes chateando con amigos en el garaje.

Amago universitario Así pasó el tiempo hasta que a los 14 años empezó a ir a clases en la Universidad Comunitaria. Le picó la curiosidad y de ahí fue a la Universidad de California con la idea de graduarse en Periodismo y dedicarse a escribir sobre tecnología el resto de sus días.

Ya había hecho sus pinitos, pues con sólo 15 años había fundado ModRetro, un foro en el que compartía conocimientos sobre electrónica con miles de usuarios de todo el mundo. Entre ellos, había muchos aficionados a los videojuegos como Luckey, con quienes se quejaba de que no había en el mercado unas verdaderas gafas de realidad virtual que maximizaran sus experiencias frente a la consola.

¿La solución? Crearlas él mismo. Fue así como lo de estudiar periodismo se quedó sólo en una idea y como dejó todo para centrarse en el lanzamiento de Oculus, cuyo único producto son esas gafas virtuales que saldrán pronto a la venta por 300 dólares.
Para ello fue crucial conocer a John Carmack, una leyenda en la industria de los juegos, que se enteró por Internet de las inquietudes de Luckey y del prototipo de gafas en 3D que tenía en marcha. Le ayudó a hacer realidad el sueño de Oculus y a recorrer el camino que le ha llevado hoy a formar parte de Facebook y a ser millonario.

Colección de pantallas Al principio nada le hacía pensar que sería así, pues le costaba ganarse la vida. Lo hacía arreglando iPhones viejos y con trabajos ocasionales en una escuela de vela, con lo que conseguía dinero para comprar pantallas de ordenador (tiene hoy la mayor colección privada del mundo) con las que recrear su realidad de ciencia ficción.

Por eso Luckey, con fama de amable, alegre y cercano, dice que su historia empresarial no es emocionante. Y que podría ser la de cualquier joven con ilusiones y mucha imaginación. Aunque no parece pensar lo mismo Zuckerberg, que no duda del futuro de Oculus y de sus estrafalarias gafas virtuales con las que la red social promete conquistar nuevos mundos.

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